lunes, 7 de noviembre de 2011

3er. FORO UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (AUSJAL).

Hace dos años se llevó a cabo el 3er Foro Universitario Latinoamericano, en la ciudad de Cali, Colombia. Esta fueron las consecuencias de ese foro, hoy esas palabras siguen vigentes. Las compartimos con ustedes:


“El ayer no es más que un sueño; el mañana no es más que una visión; pero sólo el presente bien vivido hace de cada ayer un sueño de felicidad y de cada mañana una visión de esperanza”.

Un largo proceso precede a cada uno de nosotros, proceso que nos ha llenado de grandes inquietudes e inconformidades frente a la realidad latinoamericana, y nos llenó de grandes deseos de ser protagonistas en el proceso de cambio de nuestro continente. Hemos crecido como seres humanos y como jóvenes venezolanos, salvadoreños, ecuatorianos, colombianos, mexicanos y nicaragüenses, que hoy se unen en un mismo sentir como pueblos hermanos.

Hoy, después de casi un año de formación, llegamos a este encuentro con sentimientos encontrados que no parecían tomar una forma definida. Sin embargo, después de este tiempo de convivir y compartir experiencias, hemos logrado una conciencia latinoamericana que se materializa en la generación de propuestas que pretenden transformar nuestras realidades.

Las incertidumbres, las emociones, la felicidad, los miedos, las esperanzas vienen a converger aquí. Más que una alegría, sentimos un júbilo que nos invita a actuar y hacer posible realizar proyectos en conjunto. Los anhelos de mexicanos, nicaragüenses, salvadoreños, colombianos, venezolanos y ecuatorianos concluyen para trabajar en la transformación de nuestra realidad más próxima. No podemos dejar de pensar en nuestra historia, tanto en sus particularidades como en los elementos que nos unen, pero también debemos pensar en el aquí y el ahora junto con el sentido y responsabilidad de lo que hacemos.

Si queremos ser jóvenes que hacen historia en América Latina, nuestras acciones deben estar a la altura del reto histórico y las complejidades de ésta. Nuestro caminar debe estar en función de la búsqueda de un proyecto social compartido y sostenible. Queremos trascender de lo local a lo latinoamericano, sabiendo que tenemos que trabajar primero en la unión interna de nuestros países para así consolidar una red latinoamericana que promueva la justicia y la paz.

El panorama desesperanzador de América Latina no debe ser algo que nos desaliente, sino más bien, debe ser un reto que haga que nos unamos y trabajemos como hermanos en la transformación de nuestra realidad. No queremos propiciar que el subdesarrollo de nuestros países sirva solo para contribuir al desarrollo de los países del primer mundo, y es ahí donde radica la importancia de trabajar por el horizonte que tenemos en común, haciendo que nos unamos desde dentro para lograr un verdadero sentido de hermandad latinoamericana.

Es necesario tener en cuenta que en esta tarea tan necesaria no estamos solos, y en que no solo contamos con el apoyo y el calor humano que nos brindan nuestros compatriotas y nuestros demás hermanos latinoamericanos, sino que, sobretodo, nos acompañan las palabras que hizo vida Jesús, nos acompaña su auténtico ejemplo de vida, nos acompaña el legado de San Ignacio de Loyola, para hacer que nuestra vida sea un constante amar y servir para los demás, pero siempre, para la mayor gloria de Dios.

Hemos recibido mucho y es imprescindible que esta experiencia de vida, este compartir grandioso, no se quede entre estas paredes, entre estas personas. Nos esperan nuestros compañeros, nuestra universidad, nuestra familia, nuestro país. Es necesario no perder de vista que el bien, cuanto más universal es más divino, y es por eso imperante que seamos multiplicadores de la formación que hemos recibido.

¿Qué queremos dejarle a las próximas promociones de este programa? ¿Cómo vamos a incentivar a que otros jóvenes apuesten por este estilo de vida, en el que realmente queremos ser hombres y mujeres para los demás? Preguntémonos ¿Qué hago yo después de formarme? O mejor dicho, ¿a qué me compromete el proceso formativo que estoy viviendo?

Está en nuestras manos que la calidad de la apuesta de vivir un liderazgo al estilo ignaciano se haga realidad en nuestras vidas, haciéndolas un don para los demás. De nosotros depende si somos observadores del mundo, o si somos agentes de cambio donde el discernimiento sea la herramienta que nos permita descubrir el espíritu de vida y muerte para ser coherentes en nuestro actuar cotidiano. 

Si los buenos sentimientos se quedan sólo en el papel; si no nos convencemos de que Dios nos acompaña y es guía en nuestro camino y si nos vamos por el camino del individualismo, no hemos logrado nada. Nada sucederá si fraccionamos el continente y no apostamos en ser los atrapa-sueños de Latinoamérica. 

Finalmente, quedémonos con una frase que nos sitúa de cara a lo que nos vamos a enfrentar en cuanto dejemos este ambiente de convicción y compromiso: “Nada ha cambiado, excepto mi actitud…, por eso, TODO HA CAMBIADO”.

Gente de Latinoamérica, aquí se vale soñar, pero un soñar para transformar…

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