martes, 1 de marzo de 2011

A falta de Jesuitas ¿Qué?

Una Reflexión sobre el quehacer universitario...

Por: Francisco Robles Gil Martínez del Rio
Historia, Octavo Semestre
Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

Extraído del 8.80 Año 6 No: 156 del 21 al 28 de Febrero.

¿Qué significa estudiar en la Universidad Iberoamericana? Espero que muchos estemos haciéndonos esta pregunta, las siguientes líneas son un intento de reflexionar sobre el quehacer de nuestra institución.


La Iberoamericana es una universidad confiada a la Compañía de Jesús, una de las órdenes religiosas más polémicas en la historia de la Iglesia, con un voto de férrea obediencia al Papa han llegado a tener serias confrontaciones con la jerarquía vaticana llegando a ser expulsados de la Nueva España y suprimidos como orden por muchos años.


Esta obediencia y rebeldía características de los Jesuitas es lo que los hace ser una congregación con un espectro político e intelectual bastante amplio, para muestra un botón: por un lado tienen una de las universidades más caras del país ubicada en uno de los barrios más exclusivos de la Ciudad de México y por el otro lado tienen trabajo pastoral en uno de los municipios más excluidos del estado de México, Chalco, sin olvidar las misiones en Chiapas y la Sierra Tarahumara en Chihuahua.


Siendo que la Universidad Iberoamericana está confiada a la Compañía de Jesús, ¿porqué es que se presenta un sentimiento de total desconocimiento a los valores ignacianos llegando a niveles alarmantes de absoluta ignorancia sobre la Compañía de entre alumnado y cuerpo docente?


El Padre General Adolfo Nicolás en su conferencia Shaping the Future. Networking Jesuit Higher Education for Globalizing World dice lo siguiente con respecto al apostolado de la educación universitaria:


“La Educación Ignaciana ha de cambiar a los estudiantes: ¿En qué se convierten al estar con nosotros?¿Cuántos egresados adquieren la experiencia de interactuar con la realidad que los transformó hasta lo más profundo de su ser?¿Sólo estamos poblando el mundo de brillantes y capaces superficialidades? Es imperativo preguntarnos si, en la mentalidad de San Ignacio, nuestras universidades -hoy en día- cabrían dentro de lo que él concibió como “ministerio de la Compañía”.”


En el número 10 de la revista Ibero, Hector Aguilar Camín fue nombrado Líder Ibero, un título que el de la voz no entiende muy bien como es que se otorga, pero bueno, ese no es el punto de la cita. En la entrevista que Juan Domingo Arguelles hace al novelista y analista político, este último, dice que la universidad que a el le toco era una en donde “los principales maestros eran sacerdotes” y que la de ahora es “(...) una universidad muy progresista; aveces incluso ingenuamente progresista, como queriendo pagar todavía alguna aduana por ser una universidad privada, a fin de no ser una universidad conservadora o burguesa (...)”



Es aquí donde entra la pregunta con la que titulamos a estas cuartillas: A falta de Jesuitas, ¿Qué? Creo que la respuesta del autor de las guerras de Galio señala sin querer una de las faltas a las que refiere el Padre General párrafos más arriba, ¿La educación superior responde a lo que San Ignacio concibió como ministerio de la Compañía?


La falta de Sacerdotes en el claustro académico, un claro ceño burgués mezclado con una suerte de esquizofrenia que se juega, entre el ser una institución humanista y cubrir las demandas del mercado junto con una gran dependencia a factores y actores ajenos a la filosofía ignaciana, es lo que desde mi punto de vista a generado el vacío epistemológico de la universidad Iberoamericana.


Es claro que una institución universitaria debe de promover a su interior un debate que se caracterice por ser plural y que enriquezca el papel de ésta en la sociedad. Pero la heterogeneidad puede ser bastante perjudicial, ya que en nombre de una pseudo-diversidad y pseudo-progresismo se puede pasar de ser una institución de enseñanza superior a una simple inversión económica de un determinado grupo.


Creo que reflexionar el quehacer de nuestra institución es un ejercicio de primer orden ya que mientras más profunda y compleja sea esta, mejor será el discernimiento y así tendremos mayor claridad en nuestro caminar.

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