jueves, 17 de marzo de 2011

¿Dónde quedó?

Chavos! Artículo escrito por Karim Fayad, un excelente amigo de Torreón, con el que compartí la prepa, comparto su postura y me gustaría que la conocieran... a continuación les transcribo el texto... (Angela Prince)

Extraído del 8.80 Año 6 No: 158 del 14 al 90 de Marzo.

Ahora que regrese de mi intercambio, después de un año y medio en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, al vivir un sinfín de experiencias, no puedo dejar de cuestionarme, preguntarme y preguntarle a quienes me rodean... ¿Y dónde quedó?.

Desde que se entra en las instalaciones de la UIA Santa Fe uno se va sintiendo chiquito, algo perdido. Desde los pasillos interminables, hasta la inmensa explanada se le ve a este "monstruo joyero" con algo de timidez, pero cuando te das cuenta que tal vez ninguno de los diez mil estudiantes va a ser capaz de saludarte, sonreírte o siquiera tocar su mirada con la tuya, es cuando resulta imposible no sentirse algo cohibido y con ganas de haber puesto atención en aquella clase de ética cuando se nos ensañaba el valor de la humildad. Pero no se diga la sorpresa que me iba a llevar, al darme cuenta que no me iba a topar con "alumnos ignacianos" o despiertos, más que en la carrera de Filosofía, la UNAM o en el SME.

Y es en esos momentos, en el transcurso de esta experiencia tan rica en la Ciudad de México que es cuando vuelvo a abrir los ojos y me vuelvo a preguntar... ¿Y dónde quedó aquel "espíritu jesuita" que tanto se me prometió desde que entre a la Pereyra?, ¿aquella libertad de la que hablaban mis ex compañeros de prepa con tanta añoranza?, ¿Dónde quedo aquella universidad de inspiración ignaciana, que nos iba a invitar a velar por el desprotegido, a luchar por las injusticias socioeconómicas?, ¿Quién iba a pensar que algún día la inspiración de San Ignacio, se iba a malinterpretar, de tal manera que en nombre de ésta se nos convenciera a ser "uno más"? ¿Cuándo la sed de San Ignacio de formar a mujeres y hombres ansiosos de amor, de vida y de servir a los demás se vio saciada para formar mujeres y hombres al servicio del capitalismo? ¿Cuándo se callaron aquellos Jesuitas cuestionadores, buscadores de la verdad y de la igualdad social?, ¿dónde quedaron aquellas instituciones jesuitas dedicadas a despertarnos, a inspirarnos a luchar por la injusticia, la paz, el amor, por un México funcional? Nos encontramos cobijados por instituciones llenas de rectores y directores que se preocupan más por la imagen que por la calidad, por la puntualidad de sus maestros, más que por la aptitud y actitud de los mismos, instituciones dirigidas pr rectores que juzgan de "perturbadores sociales" a aquellos que siguen teniendo la valentía para señalar una injusticia o para hacernos ver la realidad en la que se encuentran sometidas dichas instituciones. Inmersos en programas que satisfacen viejas instituciones como la SEP, más no a su alumnado y a lo soado por San Ignacio, con maestros que hacen como que nos enseñan, alumnos que hacemos como que aprendemos y universidades con materias simples y que para nada implican ahondar la esencia de lo que él nos dejó, mismas que se han convertido de "relleno", aburridas y sin la profundidad y seriedad debidas.

Pasillos tristes y apáticos donde la minoría vive la filosofía Ignaciana. Iberos llenas de gente (aunque ya no en todas), pero gente ambiciosa que solo busca volverse más rica o poderosa, pero vacías de amor, visión o compromiso para con los demás. Misiones, EE.EE., retiros, conferencias, ONG's, sin gente joven o comprometida. Iberos llenas de personas indiferentes con ellos mismos y con los demás, repletas de alumnos con dinero y "privilegiados", pero sin ningún interés por identificarse con la Universidad, lo propuesto por San Ignacio y no se diga con la sociedad en general.

¿Y dónde quedó?... me sigo preguntando. Y hoy me atrevo a decir que en lugares como aquel Belén de hace más de 2,000 años, en personas como Enrique Ponce de León S.J. que ya no sabe ni cómo hacerle para compartirnos y tratar de abrirnos los ojos para darnos cuenta de lo mucho que San Ignacio, Jesús y Papá Dios (como amorosamente le llama), nos aman; en ese John Sobrino, que aún escondido de nuestro 'ilustre' y viejo Papa, busca despertarnos y que nos adentremos en el misterio de Jesús; en ese intendente olvidado a quien le volteamos la cara o le vimos deo por ser quien limpia los baños, o en aquella secretaria a quien ni siquiera saludamos y queremos que nos arregle la vida.

Espero se logren ver las pinceladas de color que he tratado de dejar, ya que lo expuesto aquí va con la intención d eque lo lea quien lo lea abra los ojos junto conmigo, porque vaya que quiero y me identifico con los jesuitas (aunque me gustaría hacerlo más). No podría seguir caminando a su lado y taparme los ojos, decir que están en la cima, negar que faltan de humanismo (en mi opinión) y que todo se encuentra perfecto. Creo que falta trabajo por parte de todos si queremos seguir acompañados por grandes maestros como lo son los jesuitas.

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